El factor ignorado en el debate sobre las sanciones
Dos verdades:
Las sanciones petroleras a Venezuela no forzaron una transición. Podría decirse que en un momento pusieron bajo presión a la dictadura, pero Maduro logró capear la tempestad y estabilizarse en el poder.
Aunque el chavismo es el principal responsable del colapso económico en Venezuela, las sanciones contribuyen al deterioro. En abril Biden debe tomar una decisión sobre la renovación de las licencias. Si Estados Unidos decidiera mantener el levantamiento, la economía crecería más que si hubiera una restitución.
A primera vista, parece evidente que la Casa Blanca tiene buenas razones para cambiar su política hacia Venezuela.
Si las sanciones no alcanzaron su objetivo y la economía venezolana estaría mejor sin ellas, ¿por qué mantenerlas?
Además, la Casa Blanca tiene otros argumentos para deshacerse de esta política. Uno es que el crudo pesado venezolano beneficia a las refinerías del Golfo de EE UU, mientras que las sanciones desvían ese petróleo hacia países enemigos como China, Irán y Rusia. Otro es que Biden piensa —wishfully, tal vez— que una mejora económica en Venezuela reduciría el número de migrantes que llegan a la frontera sur de EE UU, aliviando así una crisis que podría costarle su reelección.
¿Por qué entonces persiste un debate sobre el tema? Más aún, ¿por qué Biden decidió vincular el levantamiento a una serie de compromisos democráticos que era muy probable que Maduro incumpliera? ¿No habría sido mejor removerlas sin esperar nada a cambio?
La verdad es que esta discusión no es tan simple. La Casa Blanca no podía darse el lujo de un levantamiento incondicional sin considerar si este era el momento adecuado para hacerlo. El timing es el factor ignorado en el debate sobre las sanciones.
La ventana de oportunidad
En 2022 esta discusión (y mi opinión) era diferente. En 2025 esta discusión (y mi opinión) será también diferente.
Pero estamos en 2024. En unos meses habrá elecciones presidenciales en Venezuela y las fuerzas democráticas cuentan con una candidata popular que ganó las primarias con más del 90 por ciento del voto y goza del respaldo de todos los partidos que conforman la Plataforma Unitaria, así como de la mayoría de la población.
El 2024 abre una ventana de oportunidad. Puede ser pequeña, pero es la única que se tendrá en seis años para tratar de forzar una transición a través del voto.
Una consecuencia del levantamiento es que la dictadura recibiría este año unos 10 mil millones de dólares en ingresos adicionales.
Este dato no se ha enfatizado lo suficiente. Ese dinero desnivela aún más el terreno electoral. Significa que la dictadura contará con más recursos para aumentar el gasto público y aceitar su maquinaria clientelar, movilizar y comprar votos, explotar el hambre con fines electorales, y reprimir a sus adversarios.
Por otro lado, es verdad que se sobrestima el poder de las sanciones para crear condiciones que faciliten una transición. La dictadura se cuida de no hacer concesiones que pongan bajo riesgo su supervivencia. Maduro siempre preferirá vivir con cualquier tipo de restricción antes que permitir un escenario en que el poder pueda escurrírsele de las manos.
Pero las sanciones son en este momento el principal mecanismo de presión. No hay nada que siquiera compita con ellas.
Las sanciones también pueden ayudar a crear divisiones dentro del régimen. Hasta hace poco el chavismo pensaba con razón que la Casa Blanca no tenía intención de revertir el levantamiento. Maduro sabe que Biden prefiere mantenerlo por una serie de razones, incluyendo la crisis fronteriza de EE UU. Parte de la justificación del levantamiento fue darle un impulso a la economía venezolana para desalentar la migración.
Sin embargo, la ratificación de la inhabilitación de MCM, y sobre todo el recrudecimiento de la represión, ha disminuido el margen de maniobra de Biden, acorralándolo en una esquina donde no parece tener más alternativa que reinstaurar las sanciones petroleras o al menos algunas de ellas. Y conforme se ha hecho visible esta realidad, se ha intensificado la campaña en Venezuela para que esto no ocurra.
Es evidente que este tema genera tensiones dentro del régimen entre quienes priorizan la preservación del poder político y quienes desean beneficiarse económicamente del levantamiento.
En resumen, me parece razonable pensar que era un error:
Regalarle incondicionalmente al dictador 10 mil millones de dólares durante su campaña de reelección.
Prescindir de las sanciones como instrumento para dividir y presionar al régimen justamente en los meses que la oposición trata de utilizar un evento electoral para desencadenar un proceso de transición.
El efecto nocivo de la resignación
Debajo de los argumentos que minimizan o simplemente ignoran la importancia del timing al abogar por un levantamiento incondicional, se embosca una actitud derrotista en torno a 2024. Una pasiva resignación a que Maduro permanecerá en el poder durante mucho tiempo.
La discusión no parece ser entre intentar vivir en democracia o seguir bajo una dictadura.
La discusión no parece ser entre la potencial prosperidad económica de una Venezuela libre y la miseria a la que estamos condenados con el statu quo.
No, el verdadero debate radica en decidir entre vivir en una dictadura con sanciones o una dictadura sin sanciones. ¿Y quién en su sano juicio elegiría la primera?
Este grupo parece asumir de antemano que el 2024 no representa una oportunidad de cambio. Parece creer que la oposición está perdiendo su tiempo luchando por una transición este año. Porque si realmente pensaran que existe una oportunidad, el debate sería más complicado de lo que ellos lo pintan.
Bajo un Gobierno opositor, EE UU removería de inmediato las sanciones. Lograr una transición tiene múltiples beneficios, incluyendo un levantamiento sin posibilidad de ser revertido si Biden pierde en noviembre. El debate sobre las sanciones es relevante solo si Maduro permanece en el poder.
Por eso este grupo no da importancia a preguntas sobre si Maduro debe recibir durante la campaña un ingreso adicional de 10 mil millones de dólares o si se debe utilizar el levantamiento para tratar de dividir y presionar al régimen en un momento clave. Porque, en el fondo, no ven posibilidad de cambio.
Esto no implica que yo sea optimista. Sé que es extremadamente difícil salir de Maduro, incluso si se hace todo bien. Pero solo si se lucha por un cambio se podrá lograr un cambio. Si la oposición se resigna a trabajar para vivir mejor en dictadura lo máximo que lograrar será vivir mejor en dictadura.
Aspirar a un cambio en Venezuela no garantiza una victoria. Pero la resignación convierte una victoria improbable pero posible en una derrota segura.